lunes, 11 de noviembre de 2013

Anhelando -Cap 6-

Me quedé a dormir a su casa, era muy lujosa y moderna. Con cosas que apenas utilizaba, ya que eran innecesarias.
-¿Y ese teléfono? -Pregunté enseñándole un papel con un número de teléfono.
-Es de un lugar de comida rápida, se llama Nando's.
-Quiero desayunar eso. -Le susurré tiernamente al oído.
-¡Vale! -Exclamó, le di un beso en la mejilla y llamó al teléfono mientras no paraba de molestarle con pequeños besitos, abrazos y risitas a su alrededor. Una vez que acabó la llamada empezó a reír a pleno pulmón y me preocupé, me acerqué a él lentamente y le pregunté:
-¿Estás bien?
Paró de reír y se quedó quieto unos segundos, me agarró y me empezó a hacer cosquillas.
-¡Para! -Gemía yo entre risas- ¡Para!
Sus manos empezaron a acariciar mi rostro y me besó, nuestro beso duró más de un segundo hasta que picaron al timbre.
-¡Joder! ¿Tan rápido? -Me quejé yo al ver que nuestro beso no seguía.
-Me gusta mucho comer y siempre tengo hambre, elegí una casa cerca de Nando's.
-Oh, Dios. Tú tienes todas las ventajas del mundo. -Reí.
Pasamos el día haciendo estupideces, la semana... Y así hasta un mes. No le había dicho nada a Niall de lo de mi viaje de vuelta a España, de que yo no me iba a quedar ahí siempre y que nuestra relación no funcionaría con la distancia de por medio.
Pasé un mes más callada, sonriendo pero no tanto como de costumbre y él acabó por darse cuenta.
-Preciosa, ¿Qué pasa?
-Nada -Mentí
-Te conozco.
-No del todo...
-¿Qué quieres decir?
-Niall ya te dije que era española...
-Sí.
-Resulta que... Sólo vine aquí tres meses de vacaciones con una amiga, y, me temo que uno ya a pasado, nos quedan dos meses para estar juntos.
Su tez blanca, se volvió más blanca aún y no pude evitar que mis ojos se pusieran húmedos.
-¡Por Dios Chantelle! -Gimió- ¿Por qué no me lo habías dicho antes?
-Temía hacerte infeliz.
-Las consecuencias hubiesen sido las mismas, no creo que... No creo que te vayas... ¡No lo puedo creer! -Sollozó- ¡Joder te he encontrado! ¡Eres el amor de mi vida! ¡Eres mi chica!
Agaché la cabeza.
-Lo siento... -Gemí.
-¡Dios! ¡Cariño!
Nos abrazamos como si el fin del mundo estuviese por llegar, por sus mejillas no paraban de caer lágrimas y su cara de niño era demasiado tierna llorando, nos empezamos a besar y nuestras lágrimas se perdieron entre ellas.
-No lo voy a permitir. -Sus ojos brillaron de manera especial.
-Pero debo...
-Te lo juro. -Me hizo callar.


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